Aprovechando la salida del nuevo disco del grupo madrileño Dover es hora de recordar su discutida trayectoria. Empezaron su trayectoria con el disco de 1995 Sister. Un disco que paso bastante desapercibido pero que ya dejaba muestras de lo que iba a ser el sonido del grupo. Canciones claramente influenciadas por el sonido Seattle imperante en la mayoría de los grupos que salían a principio de la decada de los 90. Destacables canciones como El perro loco, la preciosa y acústica The Morning after, Come with me y el medio tiempo de Angelus. Aunque no vendían muchos discos la gente se acercaba a ver sus directos y empezaron a tener un nombre en la escena madrileña.
Tras cambiar de compañía, ahora en Subterfuge, editaron el disco que les dio a conocer internacionalmente, Devil came to me. Sin mucha pretensión y grabado en 20 días y un presupuesto de 80000 pesetas salió el disco. Gracias al anuncio de televisión de una bebida, la canción que daba titulo al disco empezó a sonar y es que su estribillo era pegadizo. Entonces decidieron sacar el primer single del disco, Serenade, una canción con mucha fuerza que se convirtió en un éxito y que tanto esta canción como el resto del disco recordaba a Nirvana. Eran tiempos en donde las radio formulas ponían todo tipo de música desde Metallica a Pearl Jam y el rock más duro tenía cabida en todos los medios. Era un disco con otros trallazos como Loli Jackson o Spectrum. A pesar de su éxito muchos amantes al rock duro no las tenían buena consideración y sus conciertos eran muy discutidos por parte de cierta critica. Un claro ejemplo fue lo que se vivió en un concierto en fiestas de Bilbao en la mítica Plaza del Gas cuando el público les tiraba de todo. Los desmanes y escupitajos de Cristina Llanos en el escenario eran el pan de cada día y su voz en directo para algunos no les convencía.
La revalida ante tal éxito era difícil de igualar y se espera mucho del siguiente disco. Entonces sacaron su mejor disco hasta la fecha. Late at night. Endurecieron más su sonido y canciones como D.J. o Cherry Lee se convirtieron en éxitos inmediatos. Canciones duras como Me and my Mulon o The Real me hacían pensar que seguían siendo los Nirvanas patrios. Además era habitual en sus conciertos acabar con una versión de Territiorial Pissings.
Cierta crítica les tacho de repetitivos en sus canciones por lo que se fueron a grabar su nuevo disco a la Meca del rock Estados Unidos. En el 2001 editaron I was dead for 7 weeks in the city of Angels. Aunque seguía habiendo canciones de rock duro como My secret people o Lady Barbuda suavizaron su sonido y metieron alguna balada floja como Cold y guitarras acústicas. No quedaron muy contentos con la grabación de este disco ya que su estancia en Los Ángeles según confesaron fue un infierno especialmente para Cristina Llanos. A partir de este disco no supieron para donde tirar y su siguiente largo fracaso en el 2003. Poco más de 50000 copias vendió The Flame y aunque había canciones interesantes como Die for Rock & Roll o Honest la presencia de Cristina Llanos en las voces decaía mucho, desafinaba excesivamente y estaba bastante pasada de kilos y además tenían problemas internos en la banda.
Recapacitaron mucho y se pensaron para donde tirar y tras la expulsión o abandono de su bajista Alvaro Diez editaron el arriesgado Follow the city lights. Pasaron de tocar con pantalones rotas a faldas cortas y tacones, de idolatrar a Kurt Cobain a idolatrar a Madonna, de no tocar en televisión porque no le dejaban tocar en directo a tocar en cualquier gala de misses, operación triunfo o donde cuadrase en riguroso playback. El cambio fue imperdonable y muchos se sintieron traicionados. Escuchando el disco detenidamente te das cuenta de que no es un mal disco y que su superhits Let me Out es una buena canción. Pero el cambio de actitud, de música, de ropa y formas sobre el escenario era imperdonable para los rockeros. Ellas disfrutaban, y de nuevo estaban en la cresta de la ola y volvían a sonar con fuerza en las radio formulas y conquistaron a un nuevo público, menos exigente y más joven. Cristina dejo la guitarra y ahora bailaba.
Cierto es que necesitaban un cambio pero no tan radical. Su público hubiese aceptado temas más pop e inclusive deberían de haber investigado más en los temas más acústicos que les quedaban bastante bien pero se lanzaron a lo comercial y al éxito fácil. Tras su éxito sacaron un disco recopilatorio de sus éxitos llevados a su nuevo sonido. Un insulto a sus fans de toda la vida y ahora sacan su nuevo largo I ka kené que sigue por los mismos derroteros y dicen que es un disco africano y optimista. Nada bueno.
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